Al menos desde la década de los años 1950’ ya se llevaban a cabo correcciones de hernias abdominales utilizando implantes de malla, y en la década de 1970’ los ginecólogos americanos vieron el potencial de usar mallas en cirugías de corrección de órganos pélvicos prolapsados. Una vez que un aparato médico ha sido aprobado por la FDA (siglas en inglés de la Administración de Alimentos y Fármacos, “Food and Drug Administration”), puede ser utilizado de cualquier manera que el cirujano considere apropiada, por lo tanto los cirujanos decidieron simplemente cortar la malla en formas diferentes, y usarlas para tratar órganos pélvicos prolapsados. Órganos pélvicos prolapsados pueden ocurrir en mujeres cuyas paredes pélvicas o vaginales han sido excesivamente estiradas a partir de partos, menopausia o histerectomía. Cuando esos ligamentos se estiran más allá de sus límites, el útero puede presionar la vejiga, causando problemas de incontinencia embarazosos e inconvenientes.
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